Javier Iglesias. La mirada precisa

viernes, 2 de abril de 2004

texto por Leticia Martín Ruiz

El Punto de las Artes, 2 de Abril de 2004

Javier Iglesias Bugarín (Vigo, 1960) ha encontrado en la pintura un lenguaje para mostrarnos su visión de la realidad, la realidad más precisa, la que sobrepasa la mirada del viandante para convertirse casi en un microscopio en el que nada de lo existente pasa desapercibido al artista. Mirada casi fotográfica, milimétrica, que en cada pincelada busca el gesto impercetible, el rayo de luz que refleja en el escaparate, la ola que es simplemente como un suspiro. Realidad que supera sus propios límites ya que como en los paisajes de los primitivos flamencos el horizonte no va desdibujando las líneas sino que el aire y su textura ha desaparecido en los trabajos de este artista para que su visión se convierta en un espejo casi infinito.

Vigo es la gran protagonista de sus trabajos, sus calles, sus edificios en los que contrastan los grandes ventanales, que convierten en galerías con otros casi abandonados; sus calles con monumentos modernos o con retazos de una pasado, no necesariamente mejor. La presencia del mar, como en todas las ciudades que miran a él, es una constante. También en el puerto encontramos las grandes contradicciones de todos los días, la barca de pescadores que comparte aguas con los grandes yates.

La mayoría de sus trabajos son grandes vistas panorámicas en las que la abundancia de detalles nos hacen necesitar un respiro a lo largo de la contemplación. La precisión del artista hace que busquemos casi tocar las nubes sobre el mar, la niebla, las hojas caídas en el otoño, casi podemos sentir cómo evoluciona el paisaje, como pasa el tiempo, en realidad detenido por la magia de la pintura.

En estos cuadro no sólo debemos encontrar la presencia de una técnica pictórica totalmente dominada, también tenemos que ver las horas de trabajo, lo milimétrico de las pinceladas, imaginarnos el estudio de este artista, lleno de pinceles de los más precisos diámetros, cada uno pensado para conseguir crear una realidad casi tangible. Pero no debemos pensar que Javier sólo es capaza de captar la esencia de los paisajes, aunque sólo tenemos en esta muestra un ejemplo, es magistral la manera en que analiza la mirada humana, en este caso una de las más complicadas, la de un niño, niña aquí, María, analizada con la misma precisión y realismo. Las playas, las calles, pintura que sólo podría dar un paso más si se puediera escuchar u oler.

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